Marina Warner

Escritora y miembro de la Royal Society of Literature

En la Europa medieval los santuarios eran lugares a los que los fugitivos podían huir, lugares donde encontrarían refugio de las persecuciones. La frontera de entrada a un santuario era invisible: no la defendía ningún muro, arma o candado. La protección que ofrecían los santuarios se mantenía mediante acuerdos colectivos, que durante siglos establecieron estos lugares como territorios inviolables. Hoy, los principios que hacían funcionar a los santuarios medievales pueden ser muy útiles para incrementar la apertura y tolerancia de nuestras sociedades.